2014/01/16

TIGRES DEL NORTE COMPONEN CORRIDO A MORELENCE CONDENADO A EJECUCION EN ESTADOS UNIDOS

El 22 de enero podría ser el último día en la vida de Edgar Tamayo, uno de los 51 mexicanos sentenciados a muerte en Estados Unidos y a quienes se les violaron sus derechos consulares. 20 años atrás... Se escuchan tres disparos, un auto pierde el control, un impacto y cristales rotos, la sirena de la patrulla se activa. Como puede Guy Gaddis, el oficial que trasladaba a dos sospechosos de robo intenta deslizarse dentro de su automóvil, no puede, los impactos lo desploman, la patrulla se estrella contra una casa. En la parte trasera del auto se encuentran esposados Edgar Tamayo y Jesús Mendoza, el arma homicida también está ahí. Hijo de un maestro de secundaria y una ama de casa, originario de Miacatlán, Morelos, y con sueños de ser militar. A los 17 años cuando Edgar era joven tenía un sueño: ingresar al Colegio Militar, dejó sus estudios de bachillerato para hacer el examen para entrar a la institución castrense. No lo logró, debido quizá entre otras cosas a la discapacidad mental que tiene, de acuerdo con los reportes médicos. A los 18 cruzó ilegalmente a Estados Unidos y llegó al sur de California donde comenzó a trabajar como jornalero. Ocho años después, a finales de 1993 se mudó a Austin, Texas, con sus familiares. E l 31 de enero de 1994 Edgar fue a una boda y continuó la fiesta en un bar de Houston llamado Topaz Lounge, donde conoció a Jesús Mendoza. Mendoza y Tamayo salieron del local y ahí, de acuerdo con Pablo Castro, presidente de la Confederación de Asociaciones y Clubes de Morelenses de Estados Unidos y Canadá y quien encabeza una campaña para frenar la pena de muerte que enfrenta Tamayo, su acompañante robó a un hombre llamado William Volckers, quien pidió ayuda al policía Guy Gaddis. El oficial de 24 años llegó al estacionamiento del bar, ahí los revisó en dos ocasiones y esposó a Tamayo con las manos por la espalda, lo metió a la patrulla junto con Mendoza y emprendió el viaje hacía la cárcel de San Jacinto, en Houston. En los expedientes federales del caso Tamayo, a los que Milenio tuvo acceso se puede leer lo siguiente: A mitad del viaje el oficial Gaddi´s bajó a tienda para a hacer una llamada en la que pedía ratificar los cargos por los que llevaba a los dos sospechosos, al regresar a la patrulla y encender la marcha del vehículo el policía recibió tres disparos en la espalda, dos de ellos letales, perdió el control del auto y se estrelló contra una casa. El arma homicida, comprada en un Wal-Mart, fue encontrada en el asiento trasero de la patrulla, sin huellas dactilares de ninguno de los pasajeros. Cuando los elementos de seguridad llegaron a la zona del incidente, encontraron a ambos aún esposados. Pablo Castro quien lleva la campaña para evitar la pena de muerte, indicó que las veces que ha hablado con Tamayo, éste afirma no recordar lo que realmente pasó esa noche, debido a su alto grado de alcohol. En las declaraciones de Edgar Tamayo que se pueden leer en sus expedientes, admitió haber asesinado al policía por negarle la posibilidad de hablar con su esposa y por contestarle de manera grosera, además dijo que nunca participó en el robo hecho por Mendoza. “Lo maté porque no me dejó llamarle a mi esposa, él me había revisado dos veces y nunca encontró la pistola, así que él tuvo la culpa”. Tras ser trasladado a la cárcel de San Jacinto, Edgar Tamayo no recibió la asesoría consular a la que tenía derecho, esa omisión por parte de las autoridades estadunidenses es lo que ha movilizado a diferentes organismos internacionales que exigen el aplazamiento de la condena a muerte, fechada para el 22 de enero. De acuerdo con Pablo Castro, el negarle los derechos consulares a Edgar desencadenó la pena de muerte, pues no tuvo acceso en su momento a una buena defensa y además como éste carecía del dominio del idioma tampoco pudo comprender y responder correctamente los cuestionamientos que se le hacían. Según los expedientes, Jesús Mendoza, el acompañante de Tamayo la noche del incidente, nunca fue inculpado por el asesinato del policía Gaddis, el proceso que enfrentó fue sólo por el asalto a William Volckers. Por su parte, Pablo Castro afirmó que Jesús Mendoza declaró contra de Edgar para que su condena se viera reducida. Desde la cárcel pide clemencia junto con la Confederación de Asociaciones y Clubes de Morelenses de Estados Unidos y Canadá, no para probar su inocencia sino para evitar su ejecución. Edgar Tamayo Arias lleva 20 años preso. Desde la noche del 31 de enero de 1994 nada volvió a ser igual, esposado y en la parte trasera de otra patrulla concluye el viaje que inició con Guy Gaddis. Tamayo estudió leyes en la cárcel y apenas el 17 de septiembre pasado tuvo la oportunidad de abrazar a sus padres después de 28 años de no poder hacerlo "Los canijos gringos me tienen cautivo siendo inocente, sin tener delito, a mi me aplicaron la pena de muerte…" Así empieza el corrido que le cantan los Tigres del Norte a Edgar Tamayo. Hace algunos años Edgar intentó contactar a Teodoro Bello, uno de los compositores de los Tigres del Norte para que le hiciera un corrido, cuenta Pablo Antonio Castro, quien tiene una campaña para frenar la pena capital que enfrenta Tamayo. En aquella ocasión Edgar escribió dos cartas a Teodoro Bello, en las que le narraba su vida, para que el compositor se inspirara en ella y le hiciera una canción. “Hace pocos días me acordé de eso y tenía la duda de si se había grabado tal tema y decidí llamarle a Teodoro y cuál fue mi sorpresa al enterarme que sí compuso la pieza a solicitud de Edgar y basada en su historia la grabaron Los Tigres del Norte”, comenta Castro. Los Tigres del Norte grabaron la canción en 2009 y se incluyó en el disco La Granja. El tema también ha sido grabado e interpretado por los Cardenales de Nuevo León y en entrevista con Milenio, el compositor afirmó que dicha canción fue inspirada por Edgar Tamayo, quién mandó cartas al Procurador de Morelos y a la Sociedad de Autores y Compositores de México para que se cumpliera uno de sus deseos antes de morir. “El procurador del estado de Morelos, en ese entonces me llamó, es mi amigo y me conoce, el me dio la carta que Edgar había mandado y me contó la historia del muchacho”, dijo Teodoro Bello. Bello cuenta que además llegó otra carta a la Sociedad de Autores y Compositores de México y ahí junto con Alfredo Garfías, otro escritor, decidieron hacer el corrido. “Yo omití el nombre del muchacho porque es una cosa muy lamentable el acontecimiento y además quise hacer una canción que siempre estuviera vigente, porque lamentablemente en Estados Unidos siempre hay alguna persona sentenciada a muerte”, comentó Bello. Inyección Letal se llama el tema compuesto por Teodoro Bello y Francisco Garfias y su letra dice “Un montón de rejas impiden mi paso para regresar. Ya salió en la prensa que en muy poco tiempo me van a matar, donde este mi gente yo quiero que escuche, que ponga atención, que a veces los gringos aplican sus leyes sin haber razón”. La primera vez que Edgar, desde la prisión de Houston, escuchó el tema no imaginó que esa fuera la canción que años atrás había pedido le hicieran, ahora que lo sabe le pide a sus familiares que hablen a la estación La raza de Houston, que es la que escucha en la cárcel, y pidan su canción para poder escucharla. Edgar Tamayo enfrenta la pena de muerte y el próximo miércoles 22 de enero será ejecutado por el asesinato del policía Guy Gaddis, tras un proceso que según su defensa violó sus derechos consulares además de estar lleno de irregularidades. La campaña “salvemos a Edgar de la pena de muerte” emprendida por Pablo Antonio Castro, sigue llamando a la población a hacer cadenas de oración y a unirse para apoyar a Tamayo, y que “un milagro pueda realizarse”. Escucha aquí la canción: