2017/04/30

APARECEN 3 FOSAS MAS EN JOJUTLA MORELOS, SIGUEN SALIENDO MUERTOS

En el panteón municipal de Jojutla, el gobierno de Morelos no sólo cavó una fosa común clandestina; son al menos tres, de acuerdo con el testimonio de una persona que pudo observarlas. "Todavía no sacan ni la mitad de los cuerpos que fueron enterrados”, dice a Proceso. El testigo, quien solicitó no difundir su nombre, asegura que en el tramo final de la gestión del alcalde priista Enrique Retiguín (2009-2012) se cavaron al menos dos fosas: una "pequeña” para 19 bolsas con un número incierto de cuerpos, y la segunda, "más grande”, para tirar "como animales, como basura”, otras 70 bolsas. A esas dos se suma la que se hizo el 14 de julio de 2014, durante el gobierno municipal (2012-2015) de la perredista y actual diputada Hortencia Figueroa Peralta. En esta "se colocaron 35 bolsas.” "Entre las tres excavaciones e inhumaciones que vimos…, en total son 124 bolsas negras... En cada bolsa puede haber uno, dos o tres cuerpos”, asegura. Relata cómo presenció las inhumaciones en los días finales del gobierno de Retiguín: "Yo vivo cerca. Nos percatamos por el ruido, de que llegó una máquina retroexcavadora e hizo una fosa pequeña.” Después llegaron vehículos del Servicio Médico Forense (Semefo) de Morelos, cuyos empleados "abrieron la puerta de las camionetas y aventaron los cuerpos” sin ningún orden. Eran los últimos días del gobierno estatal del panista Marco Antonio Adame Castillo y los primeros del que encabeza el perredista Graco Ramírez. "Unos dos meses después —prosigue el testigo—, la máquina llegó otra vez a trabajar. A las 10 de la noche comenzó la excavación. La máquina hizo la fosa y como a las 11 de la noche uno de los ministeriales dijo por teléfono: ‘Llámales a los de Cuernavaca, diles que se traigan sus camionetas’. Y luego: ‘Llámales a los de Cuautla, que se traigan sus camionetas’. Y comenzaron a llegar.” "Eran demasiadas camionetas, cada una traía 10 bolsas. Los ministeriales comenzaron a apilarlas dentro de la fosa. Ésta tenía mayores dimensiones que la anterior, pero estaba a un lado de ella. Hicieron una pila con 70 cuerpos. ¿Te imaginas lo que era aquello?” "Pero eso no fue lo peor. Cuando los cadáveres ya estaban apilados, los ministeriales le pidieron al operador de la retroexcavadora: ‘Extiéndelos con la mano de chango.’ Fue feo ver cómo los esparció: Las bolsas se rompieron, algunos cuerpos estaban desmembrados y se salieron, pero no les importó. Le dijeron al operador que le siguiera y después cerrara la fosa”, sostiene el vecino. Observó que también estaban presentes varios "licenciados” con cubrebocas y de traje, quienes firmaban papeles y no se acercaban a las fosas. "Cuando llegaron las camionetas, la máquina misma les alumbraba. La acercaban al borde de la fosa y bajaban los bultos como animales; los arrastraban y aventaban. Las bolsas se rompían y no les importaba. Simplemente fueron formando una pila.” "Traían muchas bolsas. Escuchamos que eran 70 y además, desde donde estábamos observando, las fuimos contando. A lo mejor nos equivocamos, pero eran muchas bolsas… Terminaron esa vez como a las 3 o 4 de la mañana.” Las fosas a las que se refiere el testigo se encuentran justo en la entrada de la llamada "Zona Cero.” De hecho, durante la diligencia de las exhumaciones, en esa zona se estacionó una camioneta del Semefo para depositar los cuerpos recuperados. También están ahí las mesas donde los empleados limpian los cuerpos, los revisan, les toman la muestra genética y la parten en cuatro partes para entregar una a la fiscalía de Morelos, otra a la Procuraduría General de la República (PGR), una más a la división científica de la Policía Federal y otra para el equipo de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM). La tercera fosa se localizó al menos a 10 metros de las dos primeras. Es imposible que al abrir una descubrieran las otras. El testigo confirma lo que este semanario publicó en junio de 2016: Que las anteriores inhumaciones en esa zona no se realizaron con la profundidad requerida: "La gente de este lugar se quejaba del olor fétido que salía de esa zona del panteón. Una vez descubrimos a un perro con un hueso humano.” Finalmente, narra que al abrir la fosa mayor, un trabajador de la fiscalía estatal le preguntó al operador de la retroexcavadora: "¿Dónde ponemos esto?” "¿Qué es?”, respondió el aludido. "Son cabezas y otras cosas”, le dijo el empleado, y echaron la bolsa en una esquina de la fosa. LA TERCERA HERIDA "En 2014, ya con la licenciada Hortencia (Figueroa), se abrió la tercera fosa y ahí se enterraron 35 bolsas. Esa vez las cosas se hicieron un poco mejor, porque ya les dieron trajes y tapabocas a todos los que participaron. No se abrió donde estaban las otras dos, fue más cerca de la esquina del panteón.” El croquis que hace el testigo confirma que se trata de la que excavan los equipos forenses desde el 21 de marzo en la esquina suroeste. Pero aquel 14 de julio de 2014 "ocurrió algo raro... La máquina comenzó a abrir la tierra en una zona pero comenzaron a salir restos humanos. Vimos cómo rodaba algo, como una piedra. Era un cráneo. La licenciada que estaba a cargo le dijo al operador de la máquina que mejor tapara ese hoyo y que hiciera otro a un lado.” "Esos restos eran de inhumaciones de gobiernos anteriores y se hicieron de manera manual, con pala y pico. No se cuidó la profundidad a la que se dejaron esos cuerpos. Por eso cuando la máquina comenzó a rascar salieron los huesos.” Entonces se cavó una fosa de aproximadamente tres metros de profundidad y seis de diámetro. "Ahí se inhumaron 35 bolsas, pero las cosas se hicieron mejor: Colocaron unas placas de triplay, luego se acomodaron 10 cuerpos y enseguida le pidieron al operador de la excavadora que echara una capa delgada de tierra. Encima colocaron otras placas de triplay y luego otro piso de cuerpos. Y así hasta acomodar las 35 bolsas.”